Orígenes y Evolución
Las crepes bretonas, de la región de Bretaña, al oeste de Francia, tienen un origen antiguo, existen desde la época de los Celtas. El nombre proviene del latín ‘crispus’ (rizado, ondulado) ya se caracterizan por las ondulaciones que la masa extendida produce durante su preparación. Actualmente es un plato consumido a diario en todo el país, como parte de la tradición local, habitualmente acompañado de sidra y se come tanto en casa como en las más de 4000 creperías nacionales específicamente dedicadas a ese exquisito placer. Se distinguen las crepes elaboradas con trigo candeal y generalmente reservadas a los dulces y las galettes elaboradas con trigo sarraceno en general reservadas a rellenos salados.
Las Crepes Bretonas: Un Universo Dulce
Las crepes blancas de harina de trigo se comen generalmente como postre. Los ingredientes utilizados para la masa son harina, huevos, leche, azúcar y, en ocasiones, sidra, cerveza, vainilla, flor de naranjo o Grand Marnier. Se preparan sin levadura, a diferencia de, por ejemplo, el pancake americanp, la mlyntsi ucraniana o el blini, así quedan finas y fáciles de doblar. Se pueden comer solas, pero a menudo se cubren con azúcar, mermelada, chocolate fundido o nata montada. En el caso de la crepe ‘Suzette’, también se pueden flambear: se vierte alcohol caliente (Grand Marnier o ron), se les prende fuego y se sirven directamente ardiendo en el plato.
Galette Bretona: Tradición y Sabor
Para las crepes más oscuras, las galettes, los ingredientes básicos son harina de trigo sarraceno, agua y sal, aunque a veces se añade cerveza y pimienta. Cada crepero o crepera tiene su propia receta. Constituían un alimento básico en Bretaña que, con el tiempo, se enriqueció con ingredientes como queso rallado, huevos y jamón cocido.
Herencia Cultural y Simbolismo
En Francia y Bélgica, las crepes se asocian con la ‘Chandeleur’ (Candelaria) o Mardi Gras, fiestas de origen religioso celebradas en febrero. Cuenta la leyenda que para asegurar la prosperidad durante todo el año, hay que prepararlas con una moneda en la mano. Hoy en día, las crepes no son sólo alimentos, sino un símbolo de la rica cultura e historia bretonas. Las tradiciones que rodean su preparación y disfrute, desde festivales hasta concursos de creperos, reflejan su importancia en la herencia cultural de Bretaña.
Expansión y Popularidad Internacional
Después de unos diez siglos, las crepes han trascendido Bretaña, encontrando su lugar en cocinas de todo el mundo.
En el norte de España, son tradicionalmente típicas de los carnavales. En Galicia se denominan filloas o freixós, en Asturias fayuelos o frixuelos y en Cantabria frisuelos o jisuelos.
En la mayoría de las regiones alemanas es ‘pfannkuchen’. Es habitual en Alemania durante el otoño y el invierno encontrar puestos en los mercados semanales o de Navidad donde sirven tanto dulces (con crema de cacao, plátano, compota de manzana, azúcar glas, mermelada) como saladas (con salmón).
En Argentina también se conocen como panqueques y tradicionalmente van rellenas de dulce de leche, son consumidas como postre o incluso en el desayuno. Forman parte de las recetas favoritas de los argentinos para acompañar con dulce de leche.
En Venezuela también son populares y por extensión se les llama panquecas.
En Quebec, Canadá, las crepes son un plato tradicional muy común. En sus versiones dulces, generalmente se adornan con azúcar moreno, mermelada o sirope de arce. Junto con los frijoles, el jamón y el tocino, forman una comida tradicional que se come en primavera. Suelen ser tres veces más espesas que las crepes francesas, pero los pancakes americanos que se hacen de forma distinta son aún tres veces más gruesos.